MEMORIA HISTORICA.

La primera vez que tuve contacto con el mundo de los cómics fue en el año de 1988, en Editorial Vid, donde ingenuamente a mis 17 años llegué muy ilusionado a la editorial con mis dibujitos coloreados con Prismacolor. Cabe señalar que el Editor era Francisco Jiménez, quien muy atentamente me dio varios consejos al verme tan novato y por supuesto que me batearon. Pero como soy un poco terco regresé al año siguiente, nuevamente Francisco Jiménez revisó mi portafolio de pruebas y me invitó a unos cursos internos de dibujo que tenía la editorial. Fue con el editor José Luis Pérez Aguirre, con quien me encargó; a su vez, él me llevó con José Alfredo Pereira Tloáche, dibujante titular de la editorial, y de Los Muppets Babys además de ser el encargado de dar los cursos y fue precisamente en ese curso donde inicié oficialmente mi entrada a este fabuloso mundo del cómic. En mi primer sábado (las clases eran solamente los sábados, de 9:00 a.m. a 12:00 p.m.) conocí en la Torre Vid, a un grupo de aspirantes a dibujantes que se hacían llamar: Los Sketches Comics, (al cual Edgar Manjarrez pertenecía, siendo él y yo los únicos que nos dedicamos profesionalmente a los cómics) apelativo que en su momento me impresionó.


Desgraciadamente como en todo, siempre existe un frijol en el arroz, en mi caso fueron los mismos Sketches Comics, ya que en lugar de hacer los ejercicios que nos enseñaban se dedicaban a jugar en las oficinas de la editorial, la cual estaba muy bien acondicionada con restiradores y todo lo necesario para el dibujante.
Y sucedió que en una ocasión en la que ellos comenzaron con las bromas y jueguitos mientras yo me dedicaba a seguir las indicaciones, llegó Francisco Jiménez sorprendiéndolos in-fraganti, y que nos llama a todos a su oficina: nos dio, con justa razón, una mega regañada marca diablo, diciendo incluso que cerrarían los cursos ya que no los tomábamos en serio. Cuando Francisco nos pidió que lo dejáramos solo, yo me quedé en su oficina lo que le sacó un poco de onda y sin temor me atreví a decirle que jamás me había puesto a echar relajo y mucho menos a jugar, sino todo lo contrario, le dije que le ponía todas las ganas del mundo y que no iba a desaprovechar la oportunidad, que él me había dado.



Aunque, ahora que lo recuerdo no sé si me dio el avión, pero me respondió con un aire de “no te creo” con una pequeña sonrisa. Pasaron cinco sábados en los que acudí ininterrumpidamente al curso y me dediqué de lleno a los ejercicios que José Alfredo me ponía dejando hasta las pestañas en la mesa (todavía no tenía restirador), fue un sábado de 1989 cuando el editor, José Luis Pérez Aguírre, me mandó llamar a la Torre Vid: para mi sorpresa estaba José Alfredo en la oficina de José Luis, y me dijeron que ya estaba listo para iniciar como ayudante de José Alfredo; fue en ese momento que me dieron el primer guión de Los Pequeños Muppets, así como los cartones para dibujarlos además de las indicaciones pertinentes diciéndome, José Alfredo, que yo había sido uno de los alumnos que más rápido había progresado pero que tuviera cuidado en no confiarme y me dejara guiar en todo momento. Ese sábado cambiaría mi vida por completo, ya que saliendo de la oficina me tope con los Sketches Comics, quienes me invitaron a que los acompañara al parque de Los Venados, porque ahí se estaba presentando Oscar González Loyo. ¡No lo pensé dos veces! ya que yo era y sigo siendo Karmafan hasta los huesos, y pues claro que los acompañé. En ese entonces jamás me percaté de la increíble coincidencia que marcaría mi vida personal, ya que el día que me dieron mi primer guión y con él la oportunidad de convertirme en dibujante profesional, conocí a mi ídolo de la niñez: Oscar González Loyo.