Era el año de 1989 cuando logré publicar mi primer trabajo: LOS PEQUEÑOS MUPPETS, pero mi incursión en esta Editorial no estaría libre de roses con Francisco Jiménez actual Editor de Editorial Vid.
Él me integró a un grupo de dibujantes que, para cuando yo ingresé, ellos ya llevaban más de dos meses en los talleres de dibujo que impartía la Editorial a quienes creía que tenían posibilidades para dibujar. Dichos talleres eran impartidos por mi primer maestro que después se convertiría en mi primer explotador: José Alfredo Jímenez Tloache, dibujante titular de, Los Pequeños Muppets, y bueno, para no aburrirlos, al cumplir la primera semana de haber ingresado se me asignó mi primer argumento en este título.
Las envidias comenzaron a surgir en aquel grupo de chicos que se hacían llamar, Los Sckeches Cómic´s, lo triste de esto fue que, como ya me daría cuenta en un futuro lejano, la mentalidad del dibujante mexicano siempre sería muy conformista por no saber aprovechar las oportunidades que la vida ofrece.
Y éste fue el caso de estos chavos, que no tomaron en serio la gran oportunidad que Editorial Vid nos ofreció y se la pasaban echando relajo en las oficinas que estaban frente a la Torre Vid (hoy vacía y abandonada, ¡snif! ) si no mal recuerdo eran un grupo de aproximadamente cinco o seis chavos, de los cuales solo Edgar Manjarrez siguió el camino de la dibujada. Había otro chaval de nombre, Héctor, que tenía un gran potencial pero desgraciadamente ya no supe de él jamás.
MIS PRIMERAS TABLAS
Era una mañana en un día sabado del 89 (los sabados se daban los talleres) y Los Sckeches Cómics traían un verdadero relajo en las oficinas de Editorial Vid, mientras yo estaba corrigiendo mis primeros cartones de dibujo que tenía que entregarle a José Alfredo, cuando de pronto, Francisco Jímenez nos llamó la atención (incluyéndome a mi) y nos llevo a su oficina, donde nos dió una mega regañada a cada uno de nosotros y con justa razón, pues ya se había rebasado el límite de tolerancia.
--¡Nada más vienen a jugar, a perder el tiempo, a llevarse los cómics, a gastarse el material, a dejar su cochinero...! --- Nos dijo. ¡En fin! Nos dió con tubo.
Sólo que había un pequeño detalle, yo no era parte del grupito relajiento y no podía permitir que se quedaran así las cosas, así que en cuanto Francisco Jímenez nos dijo que era la última vez que lo permitía y que lo dejáramos solo (por no decir que nos corrió) yo me quede de pie y le pedi un segundo para hablar con él (lo cual me permitió) y le hice ver mis puntos en desacuerdo respecto a sus comentarios generalizados. Le aclaré el que yo sí tomaba muy en serio la oportunidad que me brindaba la Editorial, lo cual le cayó como bomba y aunque sólo estaba callado, podía sentir como aumentaba su ira al mismo tiempo que su kí como sayayin (sorry hoachazo ¡Je! ).
Yo sabía que me la estaba jugando pero no iba a permitir que ese incidente me afectara en lo mucho que ya había ganado. Lo que más recuerdo, era la mirada de Francisco Jímenez, si sus ojos hubieran sido cuchillos ahorita no estarían leyendo este blog, todo quedo en un... --- Está bien, lo tomaré en cuenta.
Y aunque aparentemente no paso nada, sí se afecto nuestra relación. Después me enteraría la manera en la que Francisco Jimenez se desquitaría de mi aparente rebeldía.
LA PRIMERA TRABA
Una mañana, de día miercoles, recibí una llamada de mi entonces Editor, José Luis Pérez Aguirre, diciendo: “Necesito que vengas inmediatamente a la Editorial”, lo cual me tomó por sorpresa y para serles franco, me temía lo peor. Después de mi “platica” con Francisco Jímenez, al llegar, José Luis me recibió en su oficina y me dijo que tenía noticias... ya saben las clásicas una buena y una mala, “¿cuál quieres primero?” , “la mala”, contesté, “ok, mañana a primera hora tienes que ir por tu pasaporte y visa”, contestó. Aún no reaccionaba cuando remató diciendo...”Y la buena es que te vas a New York a los estudios de Jim Henson” (creador de los muppets) ¿¿¡¡¡¡QUUUUUUUUUÉEEEEEEEEEEEE??!!!!
Así es, a los estudios de Jim Henson les gustó mi trabajo y me mandaron felicitar desde la ciudad de New York, aparte me mandaron una invitación como dibujante de ¡Los Muppets Babys! si no mal recuerdo, la invitación era por una semana ya que era un curso de capacitación en el perfeccionamientro de los personajes. ¡Ah pero no! en este medio no sale todo como lo creemos, pues resultó que al enterarse de esto Francisco Jiménez envió a José Alfredo Pereira Tloache en mi lugar, ¡y claro! se apuntó el propio Francisco Jímenez.
Por si no lo conté, por mi falta de experiencia José Alfredo me explotó por algunos años, ya que yo hacía el trazo de 27 cartones (semanales, y él lo entintaba en otra semana, total: 15 días). Siendo el dibujante titular lo mandaron en mi lugar cuando por mi trazo mandaron la invitación, ¡claro!, el profesionalismo antes que todo, él cobraba en el 89, aproximadamente unos $3.000.00 pesos por número, y ¿saben cuánto le daba a “miguelito”? $400.00 pesos semanales, y de pilón lo mandaron en mi lugar.
Pero como dice el dicho: “No hay mal que por bien no venga”, y algo bueno salió de esto, pues gracias a la invitación directa de Jim Henson´s Productions me dieron la visa por 10 años, ahora ya la renové, pero me ahorré muchos trámites y papeleos. Mi mejor revancha en cuanto a José Alfredo y Francisco Jímenez, fue que seguí trabajando en la Editorial por algunos años más logrando independizarme; y de ser ayudante pasé a dibujante titular de Los Pequeños Muppets, quitándole la chamba, sin querer a José Alfredo, porque desde los estudios de Jim Henson pedían mi trabajo, ya que exigían el parecido con las hojas de modelos que ningun dibujante de la Editorial hacía y que yo logré igualar gracias a que tenía el asesoramiento de Oscar González Guerrero y Oscar González Loyo.
Respecto a Francisco Jímenez, no le quedó otra que darme más trabajo y cambiarme a los siguientes titulos: Los Picapiedra, Los Pequeños Picapiedra, El Pájaro Loco, Los Pequeños Tom y Jerry, Las Aventuras de Cantinflas, en fin... las cosas caen por su propio peso y lo que siempre decimos en ¡Ka-Boom!, al final lo único que habla es la calidad del trabajo hecho con honestidad.
¿Qué mejor forma de desquitar aquel trago amargo del viaje frustrado ¿no creen?.